lunes, 4 de febrero de 2008

El cóctel infalible

Lo bueno de tener una asignatura con un tipo que es igual que yo pero con 20 años más es que nos descubre que todas las películas de Disney son pornografía subliminal y que nos pone textos como éste en clase:

"Mi cóctel infalible", de Casto Fernández.

El hombre tomó asiento junto a la barra. Atrás quedó el cielo empotrado de adoquines. ¿Por qué no un Chivas?

-Un Chivas doble.

La lluvia de adoquines empezará de un momento a otro, pensó. O acaso sólo llueva. ¿Por qué un Chivas y no un bollo cualquiera? Hoy la vida cuelga por todos lados. Así pasa a veces: entro y me preguntan y he de formular un deseo que no existe: no quiero nada, es que las lluvias y las calles me arrojaron aquí. Pero no importa, sírvame un café cualquiera, un zumo que a usted le parezca, véndame unos minutos de mi vida junto a la barra, acepto pagar sin tomar nada, ¿no entiende? Es por no estar en otros lugares. Póngame vino con leche, sifón con agua o un bollo de masa espesa que haga la digestión en el cerebro. ¿Por qué tiene esa sonrisa de cera? ¿No comprende que no quiero nada? ¿Nunca vio a Supermán triste por la calle? ¿Nunca de vuelta a casa le pidió fuego un Melchor de ojos cansados= No quiero ser cliente suyo, sólo apoyar los brazos en el mostrador y decirle hola. Soy dueño de estar calldo, de no tomar nada. El Chivas ya se acabó. Sírvame cualquier cosa sin preguntarme, y cuando transcurra el tiempo de su precio, póngame otra.

- ¿Desea algo más el señor?- preguntó el barman con una sonrisa inmóvil. El cliente miró las filas de botellas situadas al otro lado de la barra.

- No sé qué tomar- sus ojos troperzaron con una etiqueta desconocida: la Morte Subite.

- ¿Cree usted, barman, que hay algo más allá de la muerte?

- Si me lo permite, le puedo preparar un cóctel que lleva la respuesta.

El hombre asintió con un guiño. El barman preparó la mezcla, la agitó en la coctelera y la vertió en una esbelta copa que puso ante el cliente. Este acercó la copa a su nariz, dio un pequeño sorbo, lo paladeó.

- No distingo lo que lleva.

- Se toma de una vez- aconsejó el barman.

El hombre obedeció con los ojos cerrados. Sintió la mezcla bajar por su interior, alcanzar lo que podía ser su centro y desde allí expandirse como una enrgía benéfica en todas direcciones. Abrió los ojos.

- ¿Encontró la respuesta?- preguntó el barman.
Las miradas de los hombres se encontraron.

- Hay preguntas estúpidas, ¿verdad?- dijo el hombre.
La sonrisa del barman se acentuó levemente.

- Se lo dije. Es mi cóctel infalible.


Adoremos a los camatas, que son psicólogos y encima dan de beber. Por muchos años. Y como no hay crema sin rap, allá va un vídeo de rap de los de verdad, de los de antes.

1 comentario:

elchef dijo...

Gran historia. Verídica.
Quizás tenga que ver con mi pequeño problema con el alcohol, pero en muchas ocasiones, en espacios con mucha gente, me siento molesto, como observado. Trascurre así el tiempo, hasta que suelo entrar en un bar, normalmente en buena compañía como la vuestra, pido una caña de esas bien frías con su crema y su espuma, una copa de caramelo(whisky-cola) o un coctel, como en el caso de este relato, y tras el primer trago y la posterior reacción, mi cuerpo se destensa, incluso siento un cierto escalofrío, la mente se centra en cosas más importantes, una conversación amena o la visión de una bonita cara femenina y todo parece, de echo todo va mucho mejor.
Supongo que es lo que llaman aprender a beber... yo todavía estoy en ello.